"Consejos desde la experiencia para mamás inquietas que se preguntan cómo alimentar a su bebé sin morir en el intento"

martes, 29 de abril de 2014

Máxima 16: Un solo utensilio para cocinar al vapor y batir facilita mucho la elaboración de las papillas



Puesta a emprender mi andadura hacia la alimentación complementaria con mi bebé pequeña, recordé que cuando lo hice con mi hija mayor usaba varios cacharros hasta que finalmente le vertía la papilla en el plato: una olla para cocinar, una batidora para batir y, según qué papilla, alguna olla más.
Esta vez estaba segura de que algo se había inventado para facilitarnos la vida a las madres. Y me dispuse a buscarlo, sin más información que mi empeño en conseguirlo. Miré en una tienda, en otra, y en otra, y vi varias cosas, de varias marcas.
Ciertamente existía (por algo dicen que ya todo está inventado), pero el siguiente problema que encontré fue que “había muchos” y que cada marca tenía sus beneficios. Como en muchas de estas cosas, a veces te decides por el precio, pero esta vez (y aprovechando que teníamos una tarjeta-regalo que nos habían dado unos amigos por el nacimiento de nuestra bebé) decidí optar por aquello que más se adaptase a mis necesidades.
Al final compré la vaporera y batidora combinada de Avent, porque me ofrecía lo mismo que las demás pero en un solo envase. Y es que la encimera de mi cocina es muy pequeña, por lo que no me puedo dar el lujo de tener un aparato más, de forma permanente, que ocupe demasiado espacio. Justamente por eso, su precio es un poco mayor que el de otras marcas (alrededor de 130 euros), pero tiene las mismas funciones que las demás ocupando la mitad de espacio.
Cuando se tiene un bebé, algunas compras o regalos acaban siendo un trasto más sin prácticamente uso, pero he de decir que éste no es el caso, ya que la uso a diario, dos y tres veces. Es perfecta para cocer al vapor las frutas y las verduras, trae un librito con recetas, y se lava enseguida para la siguiente vez. Estoy feliz con mi compra, la recomiendo con los ojos cerrados.

miércoles, 16 de abril de 2014

Máxima 15: Mi bebé seguirá estando bien aunque yo me reincorpore a trabajar



     Lo peor de reincorporarse al trabajo es el día anterior. Lo comprobé con mi hija pequeña aquel domingo en el que acababa mi baja maternal y a la mañana siguiente tenía que separarme de ella. Pensé que no sobreviviría a ese trauma. Ni ella ni yo. Pero al volver a casa me di cuenta de que había dormido (poco), había comido (poco) y, además, sonreía (mucho). Está claro que yo lo llevaba peor. 
     Tenemos la suerte de que su padre se queda con ella cuando yo trabajo, y yo me quedo con ella cuando él trabaja, así que los primeros meses no hemos tenido necesidad de sacarla de casa. Sin embargo, si la llevásemos a una guardería o la cuidase otra persona, la mecánica sería más o menos la misma: yo dejo preparada su comida, sus pañales, su ropita y estoy al otro lado del teléfono presta a salir corriendo si hace falta (cosa que hasta ahora no ha hecho falta, afortunadamente).
     La primera semana nos costó que comiese lo que yo le dejaba en la nevera, era capaz de esperar cuatro, seis y hasta ocho horas sin apenas probar bocado con tal de esperarme. Consulté a varios profesionales sobre este tema y todos coincidieron en que era normal, y que "no pasaba nada". Tan pronto yo llegaba a casa ella se enganchaba al pecho como si no hubiese un mañana, así, comía todo lo que no había comido en mi ausencia, y "tomaba previsiones", para el día siguiente. 
     La situación duró unos días. Era cuestión de adaptarnos. Poco a poco se fue dando cuenta de que mamá volvía, por lo que cada vez iba confiando más en papá y comiendo con él aquello que yo le dejaba preparado. La clave está en no desesperarnos.
     Tampoco es necesario "adelantarnos" a la separación. Todo tiene su tiempo. No tiene sentido comenzar a darle biberón u otros alimentos unas semanas antes por el simple hecho de que "el mes que viene me voy a reincorporar al trabajo". Es como si nosotras, estando de baja, fuésemos cada día al trabajo para "irnos acostumbrando". Si estamos amamantando, con sacarnos la leche y dejarla lista para sus tomas, es suficiente. No tiene mucho misterio, porque "mi bebé seguirá estando bien aunque yo me reincorpore a trabajar". La vida sigue, y si esa transición la hacemos de forma pausada, tranquila y a su debido tiempo, en vez de traumática, será feliz.  
           

domingo, 13 de abril de 2014

Máxima 14: Donar leche materna salva vidas*



     En las reuniones de La liga de la leche conocí a una madre que dona leche materna, hoy buena amiga. En una reciente conversación (de las muchas que solemos tener para intercambiar experiencias y consejos sobre nuestras hijas de la misma edad) me contó que lo hace desde que nació su pequeña. Conoció este servicio gracias al "comentario" de una enfermera del hospital donde dio a luz que, al ver la gran cantidad de calostro que tenía, le dijo: "tienes tanto que podrías donar". Si no es así, ella no sería ahora madre donante de leche materna para ayudar a bebés prematuros, ni yo habría conocido la existencia de los Bancos de leche materna. Un poco más de promoción en hospitales y centros de salud sería de gran utilidad. Pero nunca es tarde, ya he contactado con el de Madrid para participar. 
     Buscando información, he sabido que en España existen siete Bancos de leche materna, a saber: Zaragoza, Barcelona, Valencia, Baleares, Granada, Mérida y Madrid, este último en el Hospital 12 de Octubre. Abrió en 2007 y, gracias a la donación altruista de muchas madres lactantes y al trabajo de los profesionales dedicados a ello, permite que todos los recién nacidos con riesgo de afectación digestiva puedan recibir leche de madre, cuando no cuentan con leche de su propia madre. En el 2010 obtuvo la Certificación de calidad según las normas ISO 9001.
     Donar leche materna puede hacerlo, de forma altruista y voluntaria, cualquier mujer que esté amamantando a su hijo satisfactoriamente, sea sana y lleve un estilo de vida saludable. Basta con acudir a uno de los hospitales que tienen Banco de Leche humana para realizar una entrevista en la que rellenará y firmará una encuesta de salud y estilo de vida y un consentimiento informado. Además se le realiza un análisis de sangre para descartar infecciones como VIH, hepatitis o sífilis. 
     Por cierto, este año el Banco de Leche del Hospital 12 de Octubre quiere celebrar el Día Mundial de la donación de leche materna. Lo harán la tarde del lunes 19 de mayo de 2014 con charlas sobre los bancos de leche y la donación de leche en el mundo, lo que supone tener un banco para los niños hospitalizados, algunos aspectos sobre la investigación que se está haciendo sobre la leche donada y experiencia de donantes y madres de niños receptores. Será un día muy feliz para todos los participantes. Allí estaremos. 
* En honor a mi amiga Vito y su bebita bella

miércoles, 2 de abril de 2014

Máxima 13: No hay que precipitarse a la hora de comprar un sacaleches*



A pesar de que fui cauta en mi primer embarazo, llegué a comprar tal cantidad de cosas que, llegado el segundo, preferí esperar. Éste fue el caso del sacaleches (del esterilizador y otros cacharros que no sabes cuándo y cómo vas a usar, o si realmente los vas a llegar a usar). Y es que llega un momento en que tanta información acaba en desinformación, o al menos en desorientación, porque no sabes cuál será el que vas a necesitar ni cuál el mejor para ti, y así acabas escuchando (y leyendo) tal cantidad de opiniones que, a poco que alguna te parezca convincente, allí que vas y te gastas un dinero a ciegas. ¿Mi recomendación? Esperar... al menos hasta que nazca el bebé. No pasa nada si tu bebé nace y aun no tienes sacaleches. ¡No pasa nada!
Yo esperé tanto que, al final, no llegué a comprar ninguno. Le daba el pecho a demanda y cuando pensé que ya era hora de comprar uno porque acababa mi baja maternal y en pocos días tenía que reincorporarme al trabajo ¡zas! me sucedió algo maravilloso: mi amiga Verónica me regaló el suyo, que ya no utilizaba y estaba en perfectísimo estado.
No sólo me salió gratis sino que, además, conocí lo que ahora llamo "el mundo AVENT". Resulta que esta marca tiene una gran cantidad de productos que se adaptan entre sí, con lo que no tienes que sacarte la leche, meterla en una bolsa, sacarla nuevamente, calentarla, meterla en el bibe... Vamos, para mí, mientras menos manipules la leche, mejor, y con el sacaleches de AVENT la leche cae al mismo recipiente en el que la vas a congelar, y al que una vez descongelado le pones la tetina y listo. Digamos que te sacas la leche y siempre la conservas en el mismo recipiente hasta que se la das a tu bebé. Más cómodo e higiénico, imposible.
Yo nunca he usado un sacaleches eléctrico, por lo que no puedo recomendarlo. Supongo que debe ser maravilloso (aunque he escuchado de todo), pero sí puedo recomendar este extractor de leche manual: es muy cómodo, se lava fácil y es bastante intuitivo. Además, es compatible con bibes, tetinas, tarritos y un montón de productos de esta marca que más adelante son bastante útiles. Su precio es razonable (unos 67 euros) y, cuando ya no lo usas, se lo puedes regalar a una amiga. Qué felicidad.   
*En honor a mi amiga Verónica y sus hermosos bebés.