Cuando paseo con mi mamá por mi barrio, en
Usera, las vecinas dicen que soy una niña muy guapa, que tengo la nariz de
papá, la boca de mamá y el pelo de mi hermana, pero que los ojos... ¡Ay, los
ojos! dicen que no se parecen a los de ninguno en mi familia, que son muy
grandes, como de luna llena. ¿Será por eso que veo cosas que nadie ve?
Un
día, asomada a mi ventana, vi a una señora que cruzaba la calle con un bebé en
brazos. Me extrañó que llevase un par de alas blancas en la espalda y le
pregunté a mi mamá que por qué lo hacía. Ella miró, miró y volvió a mirar, pero
no vio nada. Entonces me explicó que las madres son ángeles que cargan a sus
bebés, y que quizá por eso yo era capaz de ver sus alas. Eso sí, me advirtió
que no se lo dijese a nadie, porque sólo las personas especiales podían verlo.
Mi
mejor amiga, Carolina, que también tiene 7 años, me dice que mis ojos son tan
grandes que caben en ellos todas las nubes cuando miro al cielo, y que si no
pestañeo, hasta puede ver osos y otras formas si sopla fuerte el viento. Mi
maestra me dice lo mismo. Ella, que está embarazada, pronto tendrá un bebé. La
semana pasada, cuando se despidió de nosotros, vi que salía de su pecho una luz
muy brillante. Yo le dije entonces que su pecho también parecía una luna llena,
como las de la playa en verano.
Mi
mamá me ha contado que a las mujeres, antes de tener a sus bebés, se les llenan
los pechos de leche para poder alimentarles cuando nacen, y que por eso yo soy
capaz de ver que sus pechos brillan. "¿Y a ti te brillaban los pechos
cuando yo nací?" -le pregunté. "No" -me respondió. Así supe que yo
había llegado antes de lo esperado, que estuve muchas semanas en el hospital y
que los médicos esperaron a que estuviese muy fuerte para mandarme a casa, que
por eso a mi mamá no le había dado tiempo de que sus pechos se llenaran de luz.
Me contó que me alimentaban con leche de otras mamás, de esas a las que les
brilla el pecho, como a mi maestra, y tienen alas en su espalda, que son
capaces de ver lo invisible y oler lo imperceptible, escuchar por las noches el
llanto de un niño a kilómetros y dormir a cualquier bebé en sus brazos.
Esa
noche, antes de dormir, me puse a pensar en lo que me había contado mi mamá y
¡zas! encontré la respuesta: mis ojos son los de esas mamás que me alimentaron
cuando nací. Con razón no se parecen a los de ninguno en mi familia. ¡Claro, y por
eso veo cosas que nadie ve!
Al
día siguiente, en el recreo, se lo conté a mi amiga Carolina y ella tuvo una gran
idea. Me dijo que tenía que buscarlas, tenía que encontrar a esas mamás para
darles las gracias por darme de comer cuando nací y hacer que mis ojos fuesen
de luna llena. Desde entonces las estoy buscando, pero todavía no las he
encontrado.
Como
ya he aprendido a escribir, he hecho un cartel, que he colgado en mi ventana, y
dice: "Busco a mamás con alas en su espalda, pechos brillantes y ojos de
luna llena, para darles las gracias por haberme alimentado al nacer". Pero
aun no ha aparecido ninguna. Cuando salgo de casa me le quedo mirando a cada
mamá que encuentro en el camino, a ver si reconozco a alguna, pero nada. Cuando
voy en el Metro, al parque, al supermercado, a la biblioteca... Quizá todas las
mamás que veo me han dado de comer, o ninguna.
Por
eso he escrito esta historia, para buscar a esas mamás y darles las gracias. Si
alguien las conoce, quiero que sepan que sin ellas yo no habría crecido tanto,
no sería tan inteligente, no habría aprendido a nadar y no sabría cantar.
Porque canto muy bonito. Quiero que sepan que las estoy buscando, y que si ven
a una niña de 7 años, morena, de pelo largo negro y ojos de luna llena, soy yo.
Que no se asusten si me les quedo mirando, es que intento reconocerlas. Si las
encuentro, podré darles las gracias personalmente, si no, quiero que sepan que
les estoy muy agradecida. Mamás que donaron su leche al Hospital 12 de Octubre
en 2007: ¡Muchas gracias!
Ya lo podéis descargar en el boletín de junio de la web de la IHAN www.ihan.es
Mi niña preciosa que de tus manos salen tantas palabras hermosas. Mis ojos se llenan de lagrimas por la emocion que me despierta tu relato. Te amo. Tu mamá Crisalida
ResponderEliminarCuando se vive esta experiencia tan intensamente y tan convencida del bien que aporta la leche materna a los bebes prematuros tus palabras me llegan al alma y la emocionan.
ResponderEliminarEres especial.
Maravilloso relato.
ResponderEliminarCuánta emoción me llega!
Qué emocionante! que bonito lo has expresado!! yo soy una de esas mamis que cuentas en tu relato, mi oro líquido se repartió entre niños del 12 de octubre en el 2010, y es de las cosas que más me han llenado de orgullo..el regalo fue para mí el poder participar de esta iniciativa y compartir la leche de mi niño con otros bebés..sus hermanos de leche. Inolvidable..
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