Las primeras papillas que le di a mi bebé
tras comenzar la alimentación complementaria, prácticamente me las tuve que
comer yo. Después de pasar seis meses sólo con el pecho, comer otra cosa le
resultaba extraño y, claro, no lo quería. Con paciencia y sentido común, en un
par de semanas la cosa fue mejorando. La clave estaba en conocer la densidad,
la cantidad y la temperatura que le gustaba en sus comidas, pero hasta llegar a
esa conclusión, nos costó.
Como todo proceso, que mi bebé se comiera
aquello que yo le daba fue cuestión de ir probando: densidades, cantidades y
temperaturas… Incluso, antes que todo eso: la forma. Para ello compramos dos o tres biberones que
no quiso, otro tanto de tetinas que rechazó, varios tipos de cucharillas,
platos, vasos y envases. Y lo que verdaderamente le gustó fue la cucharilla, o
más bien, lo poco que comía lo hacía con cucharilla, así que ni modo, a partir
de entonces todo se lo dimos con cucharilla. Nunca quiso el biberón, los cuales
conservo en su empaque, junto a las tetinas, platos, vasos y envases varios, por
si acaso, pero me da que serán para otro bebé, porque a ésta no le gusta nada
de eso.
Lo siguiente que probamos fue densidades y
temperatura: espeso y frío, líquido y caliente, espeso y tibio, aguado y frío…
las combinaciones pueden ser mil si nos empeñamos. Al final, nos dimos cuenta
de que le gustaba espeso y tibio, o sea, ni frío ni caliente, y nada de
consistencias líquidas. La cuestión está en ir probando, con paciencia, para
dar con “el punto exacto”. Tengo una amiga con mellizos que a uno le gusta el
bibe líquido y "muy" caliente, y al otro espeso y más bien frío. Pero
hasta llegar a ese punto, ella tardó algunos días, o semanas, en averiguarlo.
La cantidad merece un capítulo aparte. Sin embargo, lo
primero que debemos tomar en cuenta es que cada bebé es un mundo, y si el
bebé de la vecina se bebe dos biberones en el desayuno, come 180 ml de
papilla y luego otro bibe, merienda dos piezas de fruta con yogurt y cena un
plato de arroz con pollo antes del “bibe de la noche”, amén de varias galletas
y potitos durante el día, nuestro bebé no tiene por qué comer la misma
cantidad. Si nosotros no sabemos cuál es su límite, él si lo sabe, y probablemente esté en el momento en el que dice "no" y pretendemos obligarle a que coma "un poquito más". Hay que comenzar con “poco” e ir sumando
mililitros confirme vayamos viendo que se los come “a gusto”. A veces es mejor
poco y varias veces, que mucho cada cuatro horas. Si aplicamos el sentido común
veremos que si le servimos 180 ml de papilla y se come sólo 90 diremos “no ha
comido nada, apenas sólo la mitad”, pero si le servimos 90 y se lo come todo
diremos “no ha dejado nada en el plato, es un tragón”. Poco o mucho será
siempre según con qué lo comparemos. La mejor manera de saber si lo estamos
haciendo bien es aplicando la Máxima 2: si
tu bebé gana peso, crece y sonríe, vas bien. Y así, todos felices.
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