Puesta
a emprender mi andadura hacia la alimentación complementaria con mi bebé
pequeña, recordé que cuando lo hice con mi hija mayor usaba varios cacharros
hasta que finalmente le vertía la papilla en el plato: una olla para cocinar,
una batidora para batir y, según qué papilla, alguna olla más.
Esta
vez estaba segura de que algo se había inventado para facilitarnos la vida a
las madres. Y me dispuse a buscarlo, sin más información que mi empeño en
conseguirlo. Miré en una tienda, en otra, y en otra, y vi varias cosas, de
varias marcas.
Ciertamente
existía (por algo dicen que ya todo está inventado), pero el siguiente problema
que encontré fue que “había muchos” y que cada marca tenía sus beneficios. Como
en muchas de estas cosas, a veces te decides por el precio, pero esta vez (y
aprovechando que teníamos una tarjeta-regalo que nos habían dado unos amigos
por el nacimiento de nuestra bebé) decidí optar por aquello que más se adaptase
a mis necesidades.
Al
final compré la vaporera y batidora combinada de Avent, porque me ofrecía lo
mismo que las demás pero en un solo envase. Y es que la encimera de mi cocina es
muy pequeña, por lo que no me puedo dar el lujo de tener un aparato más, de
forma permanente, que ocupe demasiado espacio. Justamente por eso, su precio es
un poco mayor que el de otras marcas (alrededor de 130 euros), pero tiene las
mismas funciones que las demás ocupando la mitad de espacio.
Cuando
se tiene un bebé, algunas compras o regalos acaban siendo un trasto más sin
prácticamente uso, pero he de decir que éste no es el caso, ya que la uso a
diario, dos y tres veces. Es perfecta para cocer al vapor las frutas y las
verduras, trae un librito con recetas, y se lava enseguida para la siguiente
vez. Estoy feliz con mi compra, la recomiendo con los ojos cerrados.