Ahora
le llamamos “colecho”, pero es un recurso ancestral que, aun sin nombre, han
practicado nuestros padres, abuelos, tatarabuelos… para facilitar el descanso
de todos. Dormir con nuestro bebé no tiene nada de malo, así que no debemos
sentirnos culpables por ello, aunque la “sociedad” diga lo contrario. Además,
nadie tiene por qué saber cómo dormimos y con quién lo hacemos.
Desde
luego, debemos tener unos cuidados mínimos, que son incluso de sentido común, sobre
todo, las primeras semanas, hasta que nos acostumbremos.
La
primera noche que mi bebé durmió en casa colocamos una lamparita de seguridad,
pequeñita y con apenas luz, que utilicé al menos un par de meses. Cualquier
movimiento, ruido o gesto, con sólo abrir los ojos era capaz de verle, sin
tener que encender la lámpara de la mesilla.
A
pesar de que el padre era plenamente consciente de que nuestro bebé dormía con
nosotros, las primeras semanas le coloqué de mi lado, con la cunita haciendo
barrera para evitar que se cayera. Mi sueño era tan sensible, que apenas hacía
cualquier movimiento, yo me daba cuenta. Pasado el mes, más o menos, el padre
ya fue consciente de la presencia de nuestro bebé en la cama, por lo que ya da igual
de qué lado le coloque.
Aprender
a darle el pecho acostada es imprescindible. Un consejo: una almohada entre las
piernas ayuda a nuestra espalda. Una vez que somos capaces de hacerlo
correctamente, todo fluye de maravilla.
Los
primeros días me levantaba a darle el pecho sentada para sacarle los gases,
pero poco a poco nos fuimos acostumbrando a hacerlo acostados. Es algo gradual,
una noche nos quedamos dormidos después de una toma, y ya está. Ahora, apenas
mi bebé busca el pecho, yo se lo doy. Tan pronto acaba, lo suelta y seguimos
durmiendo.
Los
primeros dos meses dormía una media de dos a tres horas, llegado el tercero
comenzó a dormir unas cuatro horas, eso quiere decir, que se despierta dos
veces por la noche, más o menos. Dormir toda la noche es algo que los niños
hacen más adelante, todo llega. Cuando son bebés deben alimentarse por la noche. Si se despiertan, lo más probable es que sea por hambre, pero también puede que
necesiten saber que mamá está cerca.
Durante
el día mi bebé duerme y juega en su cunita, para irse acostumbrando a ella y
que no le sea extraña. Con mi hija mayor lo hice exactamente igual. Alrededor
del año, dormía en su cuna de forma habitual, así, poco a poco fue durmiendo
más en su cuna y menos en mi cama, por lo que el cambio ni siquiera lo notamos.
Los
vecinos han llegado a preguntarme si mi bebé duerme en casa, porque no le
escuchan llorar por las noches. Así somos felices, todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario